Las funciones de la piel consistentes en proveer protección innata y mantener la homeostasia, junto con los factores sistémicos que pueden influir en su integridad, la convierten en un centinela fundamental de la enfermedad interna. Algunos cambios cutáneos están tan íntimamente asociados con un trastorno o una disfunción de un órgano en particular, que son señales visuales inmediatas de enfermedades específicas. La búsqueda de alteraciones en la hemostasia o la integridad vascular está indicada cuando se identifican petequias o equimosis en la piel o las superficies mucosas. El color amarillento de las membranas mucosas de un animal es un claro indicador para indagar las causas de ictericia en ese paciente. Los cambios en el aspecto de la piel pueden ser marcadores de patologías que ocurren en otros órganos y pueden representar un proceso patológico multisistémico, como el que se ve con algunas enfermedades infecciosas o el lupus eritematoso sistémico. Tanto la apariencia como la integridad de la piel están influenciadas por varios factores sistémicos. Éstos incluyen el estado nutricional, los niveles y las interacciones hormonales, la perfusión y la integridad vascular, la salud general y la función orgánica de cada animal en particular. Además, la piel es fácilmente accesible para la toma de muestras diagnósticas y, en algunos casos, puede proveer la información necesaria para establecer el diagnóstico de una enfermedad interna.

Catherine A. Outerbridge