El mastocitoma se ha descrito siempre como un tumor impredecible. En los últimos años, varios estudios han establecido que los sistemas de gradación tumoral usados para determinar el grado, y a partir de allí su pronóstico, no han sido efectivos para predecir fehacientemente el comportamiento de los mastocitomas (Northrup y col, 2005; Kiupel y col, 2011). El sistema de Patnaik y col. ha sido el más utilizado para determinar el grado de los mastocitomas cutáneos (Patnaik y col, 1984). Este sistema establece tres grados; el grado I corresponde al más diferenciado, el grado II es de diferenciación intermedia, y el grado III es el pobremente diferenciado o anaplásico. Se muestran los criterios histológicos utilizados para cada uno de los grados. Según este sistema, varios autores han propuesto el comportamiento de cada grado. En un extremo se encuentran los mastocitomas grado I, con un crecimiento lento y menos del 10% son capaces de diseminarse. En el otro se encuentran los mastocitomas grado III, que tienen un comportamiento muy agresivo y más del 80% de estas neoplasias se diseminan y causan la muerte del paciente (Welle y col, 2008). El comportamiento de los mastocitomas tipo II es muy variable, estando aquellos en los que se puede lograr la cura posterior a una cirugía hasta otros en los que se produce la diseminación de la neoplasia.
Si bien este sistema ha sido muy utilizado, hay inconvenientes para estandarizar el criterio. La determinación del grado histológico en este sistema se basa en el uso de parámetros como invasión, celularidad y morfología celular, y se ha demostrado una variación significativa entre los observadores para determinar el grado tumoral en el mastocitoma (Kiupel y col, 2011). Varios informes muestran que distintos observadores tienden a asignar diferente grado al mismo tumor, con una tendencia a sobreestimar al mastocitoma grado II.
Juan Mangieri, Matías Tellado y Laura Denzoín