La evolución de la Medicina desde el siglo XIX, en el que se definía como «Curar pocas veces, aliviar a menudo, consolar siempre», pasó por el impulso científico y técnico que trajo consigo el siglo XX y nos llevó al desarrollo de especialidades que fragmentaron a la persona dejando de verla como un todo. En esta etapa, la Medicina basada en la evidencia, con un paradigma “biologicista”, evalúa la disminución o supresión de síntomas, pero a menudo, se olvida de observar los riesgos o efectos secundarios adversos que representa para la salud. El siglo XXI se inició con la necesidad de cambiar el paradigma hacia un modelo más humanista, en el que se tuviera en cuenta una visión holística del paciente, donde se observará una relación beneficio-riesgo tanto en diagnósticos como en terapias, donde no solo se tuviera en cuenta la parte física del individuo sino también sus emociones y los aspectos sociales que le rodean.
La Organización Mundial de la Salud define la salud como: “El estado completo de bienestar físico y social de una persona”, y no solo la ausencia de enfermedad.
Esta definición tomó cuerpo a partir de los años 50, cuando se constató que el bienestar humano trasciende a lo puramente físico. Por lo tanto, en el concepto de salud general se compone de: • El estado de adaptación al medio biológico y sociocultural. • El estado fisiológico de equilibrio, es decir, la alimentación. • La perspectiva biológica y social, es decir relaciones familiares y hábitos.
El pensamiento complejo desarrollado a partir de teorías, como la teoría general de sistemas, la física cuántica, la teoría general de la información, entre otras deja en evidencia que la Medicina Convencional no puede responder a estos nuevos planteamientos. En efecto, existe una relación mente-cuerpo, el organismo funciona como una red de sistemas, el proceso salud-enfermedad depende de fluctuaciones internas y perturbaciones externas que hacen que el estudio biológico y psicológico no sean suficientes. Aparece la necesidad de integrar otras Medicinas (natural, tradicional, oriental, ayurvédica,…) y se desarrolla una especialidad médica definida como PSICO-NEURO-INMUNOENDOCRINOLOGÍA (PNIE). Ésta integra todos los adelantos científicos de diferentes ciencias para estudiar las complejas conexiones que existen entre el sistema nervioso, el inmunológico, el endocrino y el psiquismo. Cómo el estrés y los factores emocionales y sociales son capaces de perturbar el equilibrio de estos sistemas
Olga Lucía Quintero; Francesc Minguell