Autor Robert A. Kennis
MS, Texas A&M University, Veterinary Immunology
DVM, Michigan State University, 1989
Introducción
La otitis felina puede ser un desafío clínico. El abordaje comúnmente usado para el diagnóstico y el tratamiento de la otitis canina rara vez da resultados satisfactorios cuando se aplica en gatos. Para el Dr. John August, la otitis es un problema multifactorial en los perros y sus conceptos son extrapolados al gato en este artículo.
La otitis es, por definición, la inflamación del canal y/o el pabellón auditivos. El término otitis externa se utiliza cuando está involucrado sólo el canal auditivo externo, por fuera de la membrana timpánica. Cuando el tímpano y la ampolla timpánica están comprometidos, se usa el término otitis media. La otitis interna implica el daño del aparato auditivo y suele presentarse con síntomas neurológicos y sordera.
En los gatos, la otitis suele ser un problema multifactorial. Los factores predisponentes son aquellos que permiten que ocurra la inflamación. La estenosis del canal auditivo y la deformación del pabellón auricular son problemas mucho menos comunes en los gatos que en los perros. El desarrollo de la otitis felina no parece tener una predisposición racial. La conformación del pabellón auricular del Fold escocés no se asocia con un aumento del riesgo de otitis. En cambio, los gatos que viven en ambientes muy húmedos y los que son bañados con mucha frecuencia sí pueden tener un mayor riesgo debido a la maceración del tejido del canal auditivo. Una de las causas predisponentes más comunes de la otitis felina es el uso de los hisopos de algodón para extraer las excreciones normales del canal auditivo. El trauma causado por la limpieza puede conducir a la inflamación y la infección secundaria. Algunos gatos –en especial, el Persa y el Siamés– tienen oídos excesivamente ceruminosos y no deben higienizarse a menos que se identifique una infección.
Las causas primarias son aquellas que inducen directamente otitis. Los cuerpos extraños y los ectoparásitos son las más comunes. Aunque algunos gatos alérgicos tienen otitis concurrente, esto es mucho menos frecuente que en los perros. Otras causas primarias de otitis incluyen enfermedades autoinmunes, neoplasias e infecciones fúngicas. Un pólipo, por lo general, es el resultado de la inflamación crónica. Sin embargo, en algunos casos, la presencia de un pólipo puede causar la obstrucción del canal auditivo y conducir a su inflamación.
Los factores perpetuantes, es decir, las bacterias y levaduras que son la fuente de frustración en muchos casos de otitis canina, constituyen un problema mucho menos frecuente en los gatos. Un pólipo auricular suele ser un factor perpetuante como resultado de la inflamación crónica o puede ser idiopático. Uno de los factores de riesgo más importantes, aunque poco descrito, es la reacción alérgica o irritante que ocurre después de la aplicación de medicamentos tópicos. Los antiinflamatorios corticosteroides pueden ser la causa de la reacción. Esto es una contradicción, pues deberían reducir el grado de inflamación, en lugar de ser el origen de un problema. También pueden ocurrir reacciones por contacto con antibióticos o agentes transportadores.
Diagnósticos diferenciales
Es posible limitar la lista de diagnósticos diferenciales, según el problema sea unilateral o bilateral. La otitis unilateral comúnmente se asocia con cuerpos extraños, pólipos auriculares, neoplasias o trauma (otohematoma). La otitis bilateral suele estar relacionada con parasitosis, problemas metabólicos (enfermedad sistémica), alergias o enfermedades autoinmunes. La dermatofitosis, las infecciones bacterianas o las infecciones por levaduras pueden presentarse como problemas unilaterales o bilaterales.
La atopia y las reacciones adversas cutáneas a los alimentos deben ser consideradas cuando la otitis es recurrente. En estos casos, el cuadro puede ser unilateral o bilateral. El signo clínico concurrente de prurito puede estar presente en otras regiones del cuerpo. Las dos condiciones alérgicas mencionadas pueden ser muy pruriginosas sin que haya una infección secundaria evidente. El otohematoma puede ser una consecuencia del excesivo rascado.
La otitis media sin una otitis externa evidente puede ocurrir con mayor frecuencia en el gato que en el perro. Por lo general, es un problema unilateral, pero puede ser bilateral. Los signos clínicos pueden incluir sacudidas de la cabeza y rascado de los oídos con las garras. Puede no haber evidencia de otitis externa. En los perros, la otitis media suele asociarse con una otitis externa crónica, que conduce al daño de la membrana timpánica. El diagnóstico de la otitis media, por lo general, se establece por medio de un examen otoscópico. La membrana timpánica puede observarse combada hacia afuera. También es posible observar líquido y burbujas de aire detrás de un tímpano intacto. Debería considerarse el tratamiento empírico con antibióticos sistémicos con actividad contra Staphylococcus, Streptococcus, Pasteurella y bacterias anaeróbicas. Es posible efectuar una miringotomía, bajo anestesia general, para recoger una muestra para cultivo y antibiograma.
Los quistes de glándulas ceruminosas (cistomatosis ceruminosa) pueden desarrollarse en cualquier gato geronte. Los signos clínicos incluyen entre una y múltiples estructuras similares a quistes, que contienen un material de color marrón oscuro a azul oscuro (fig. 1). En los casos graves, los quistes pueden conducir a la estenosis del canal auditivo con infección secundaria. Cuando se presentan estas lesiones, es recomendable efectuar una biopsia y un estudio histopatológico a los efectos de descartar una lesión neoplásica. El tratamiento con medicamentos tópicos o sistémicos rara vez es de ayuda. La escisión quirúrgica o la ablación con láser son posibles alternativas para los casos graves.
En algunos gatos, ocurre un aumento de la producción de cerumen, que hace que la cara interna del pabellón auricular tenga un aspecto brillante o se presenten detritos céreos amarronados dentro del canal. Este cuadro, algunas veces denominado otitis externa ceruminosa idiopática, puede cursar con infección secundaria. Esta última debe ser tratada; sin embargo, un excesivo tratamiento tópico puede producir signos clínicos crónicos. Usualmente, lo mejor es manejarlos de la forma más conservadora posible. Las enfermedades alérgicas deben ser consideradas como la probable causa subyacente de este trastorno. Si hubiese excesivo prurito, podrían administrarse glucocorticoides de forma tópica o sistémica para su alivio a corto plazo.
Los pólipos auriculares suelen estar asociados con otitis unilateral. Una infección puede estar presente y ser el motivo de su manifestación clínica. La causa de la formación del pólipo se desconoce, pero las infecciones han sido investigadas como un factor predisponente. Pueden surgir en cualquier lugar de la mucosa que tapiza el canal auditivo u originarse en la faringe y extenderse a través de la trompa de Eustaquio. Los pólipos son más comunes en los gatos más jóvenes, pero pueden encontrarse en felinos de cualquier edad. Están constituidos por células inflamatorias mixtas y tienen una cubierta epitelial. Cursan con signos clínicos variables, que pueden incluir prurito, sacudidas de la cabeza, signos neurológicos (síndrome de Horner) y signos respiratorios, si el pólipo se extiende hasta la mucosa de la orofarínge. En la evaluación citológica, pueden ser evidentes la infección o la exudación inflamatoria a serosa. El diagnóstico puede establecerse mediante un examen otoscópico. La evaluación por medio de una tomografía computarizada es útil para identificar la extensión y el origen del pólipo y para diferenciar la masa de una neoplasia. También ayuda al cirujano a determinar el mejor método para su extracción, ya que la recurrencia es posible, si queda tejido residual. Los pólipos situados en el oído medio pueden requerir una osteotomía ventral de la ampolla para su completa resección. La infección es una consecuencia común de los pólipos auriculares. La citología ayuda en la selección de un tratamiento empírico, pero el cultivo y el antibiograma son más apropiados para determinar cuál es la terapia apropiada para alcanzar una completa remisión.
Las neoplasias son una causa poco frecuente de otitis unilateral en el gato. El carcinoma de células escamosas, el carcinoma apocrino y el carcinoma sebáceo son algunos de los tumores que pueden desarrollarse. Estos carcinomas tienden a ser muy malignos, por lo que se requiere una intervención médica y quirúrgica agresiva. Algunos gatos pueden presentar infecciones recurrentes causadas por la estenosis del canal auditivo. El diagnóstico se basa en la histopatología. Las opciones terapéuticas y el pronóstico son variables.
Demodex cati puede ser identificado cuando se realiza la evaluación citológica de rutina de los detritos mezclados con vaselina. Los signos clínicos pueden ser mínimos y estar confinados sólo al canal auditivo. conducido a la inmunosupresión. No hay un protocolo estándar para el tratamiento de la demodicosis ótica localizada en el gato. Las opciones terapéuticas podrían incluir aquellas aptas para el tratamiento de los ácaros del oído. Puede considerarse el uso tópico de productos con ivermectina. Cuando se diagnostica una demodicosis generalizada, el tratamiento debe apuntar a la causa de esta parasitosis, más que a Demodex cati en sí mismo.
El ácaro del oído Otodectes cynotis es una de las causas más comunes de otitis externa en el gato. El diagnóstico, por lo general, puede establecerse mediante un examen otoscópico. Como alternativa, los detritos céreos pueden extraerse con delicadeza y mezclarse con vaselina líquida para su posterior examen microscópico. Las opciones terapéuticas se describen más adelante.
Procedimientos diagnósticos
El tratamiento apropiado de la otitis felina depende de la identificación precisa de los problemas predisponentes primarios y secundarios. Es esencial obtener una completa anamnesis. La simple información respecto de la presentación unilateral versus bilateral y los tratamientos usados es un punto de partida esencial. También se requiere un examen otoscópico. Esta herramienta permite determinar si el tímpano y la ampolla están comprometidos y también es la forma más fácil de encontrar ácaros del oído o masas. La citología es una importante herramienta diagnóstica para evaluar los factores perpetuantes. Sin embargo, hay que tener cuidado al introducir los hisopos dentro del oído del gato cuando sólo se presentan detritos céreos y no hay exudado. Un hisopado vigoroso puede ser una fuente de inflamación y posteriores complicaciones. En los casos refractarios o aquellos con otitis muy exudativa, hay que realizar un cultivo y un antibiograma.
Dado que la otitis felina en muchos casos tiene una causa metabólica, pueden estar indicadas pruebas de laboratorio adicionales, como hemograma completo, perfil de bioquímica sérica, pruebas de función tiroidea y pruebas para determinar la presencia del virus de la inmunodeficiencia felina y el virus de la leucemia felina. Las radiografías de rutina rara vez aportan información útil. Una tomografía computarizada es mejor para analizar la extensión del problema cuando se presume que hay una neoplasia o un pólipo. La biopsia del tejido del canal auditivo o el pabellón auricular comúnmente es necesaria cuando se presentan masas o se sospecha de un trastorno sistémico/autoinmune. Las muestras deben remitirse en formol para su análisis histopatológico. El cirujano debe estar preparado para efectuar un procedimiento radical, como osteotomía de la ampolla, resección del canal o ablación total del canal auditivo, dependiendo de la extensión de la enfermedad.
Opciones terapéuticas
Los gatos parecen ser más susceptibles a la ototoxicidad y el síndrome de Horner que los perros y esto puede deberse a diferencias en sus ampollas timpánicas. La limpieza del oído, aunque es un procedimiento menor, se realiza bajo anestesia general. Es recomentable el uso de solución salina estéril tibia, incluso cuando se presentan ácaros del oído. Se ha comprobado que el yodo es ototóxico para los gatos. Los antibióticos aminoglucósidos pueden causar ototoxicidad y deben evitarse. Debido a que la clorhexidina es ototóxica para los perros, es razonable evitar su empleo en los gatos. En la actualidad, no hay productos veterinarios que contengan clorhexidina, cuya aplicación en el canal auditivo esté aprobada. El dioctil sulfosuccinato y otros agentes ceruminolíticos deben evitarse, en especial si la membrana timpánica está rota. Puede considerarse el uso de Tris-EDTA o alguno de los productos disponibles en el mercado para limpieza de oídos en perros y gatos. La solución salina estéril es, probablemente, el agente de limpieza más seguro para los gatos.
Una de las principales diferencias en el abordaje terapéutico de la otitis canina y la otitis felina es la aplicación de medicamentos tópicos. Éstos son el eje principal del tratamiento de la otitis canina, pero en la opinión del autor, deberían evitarse en los gatos. Varios pacientes felinos han mejorado simplemente al suspender el uso de medicamentos tópicos. Por motivos no definidos, los gatos tienden a desarrollar irritación y reacciones alérgicas por contacto en el pabellón auricular y el canal auditivo con mayor frecuencia que los perros. Muchos casos de otitis felina pueden ser tratados con éxito sin medicamentos tópicos, lo que es raro en los perros. Los gatos odian los productos tópicos. Debido a su naturaleza quisquillosa, estos animales suelen eliminar frenéticamente cualquier agente tópico aplicado sobre la superficie cutánea, incluidos el canal auditivo y el pabellón auricular. La aplicación tópica puede promover la formación de otohematomas y hacer que el propietario resulte herido, si el gato se enfurece. Por estos motivos, debe limitarse o evitarse el uso de medicamentos tópicos al tratar la otitis felina.
No obstante, puede haber ciertas excepciones, como por ejemplo, al tratar una infestación por ácaros del oído. La instilación dentro del canal auditivo de medicamentos a base de piretrinas es una opción de bajo costo para eliminar los ácaros del oído, en comparación con otros productos. Podría ser efectiva, pero no hay que olvidar las preocupaciones respecto del uso de medicamentos tópicos en los gatos. Además, los ácaros del oído pueden salir del canal auditivo para evitar el contacto con el fármaco. El tratamiento puede ser prolongado y fracasar. La aplicación de la formulación spot-on de selamectina (Revolution) es una excelente alternativa para tratar los ácaros del oído. Este producto está aprobado para ser administrado mensualmente, pero es aceptable un protocolo de 3 aplicaciones a intervalos de 14 días. Una formulación spot-on que contiene imidacloprid y moxidectina (Advantage Multi para gatos) también es muy efectiva para el tratamiento de los ácaros del oído. La administración inyectable u oral de ivermectina para bovinos no está aprobada para gatos, aunque comúnmente se emplea de manera extrarrótulo para el tratamiento de los ácaros del oído. Los programas de educación continua describen varios protocolos no aprobados de manera oficial. En este artículo, sólo se mencionan los productos autorizados. Hay una suspensión ótica tópica, que contiene ivermectina al 0,01% (Acarexx), cuyo uso está autorizado y es muy efectivo. Este producto se aplica 1 vez en cada canal auditivo, aunque es recomendable una segunda aplicación. Puede utilizarse en gatitos a partir de las 4 semanas de edad. Existe otro producto ótico que contiene milbemicina al 0,1% (Milbemite), elaborado para ser empleado como tratamiento tópico único. Pocos casos han requerido una segunda aplicación. Este producto también puede ser usado en gatitos a partir de las 4 semanas de edad. Dado que se dispone de productos muy efectivos y aprobados, no hay motivo para administrar la ivermectina de manera extrarrótulo. Cualquier reacción no deseada debida al uso de formulaciones de ivermectina para bovinos será responsabilidad del veterinario.
No hay un acuerdo general sobre si es mejor limpiar con agresividad el canal y el pabellón auditivos o no hacerlo, cuando hay infestación por ácaros del oído. El tratamiento sistémico resolverá la infestación de cualquier forma. Los medicamentos tópicos pueden dar mejor resultado si los detritos son eliminados, pero sus prospectos suelen decir que la limpieza de los oídos no condiciona su eficacia. Por lo general, la limpieza requiere, como mínimo, sedación. Los gatos parecen doloridos inmediatamente después de la eliminación de todos los detritos. El argumento para evitar la limpieza de los oídos es que gran parte de este material puede fusionarse y formar un cálculo ceruminoso, que produce complicaciones adicionales. El veterinario podría evitar la limpieza en un primer momento y, más tarde, evaluar si la acumulación de cerumen causa problemas.
Cuando se presentan bacterias o levaduras Malassezia (factores perpetuantes), debe considerarse el uso de medicamentos sistémicos, incluso si el oído medio no está involucrado. Esta práctica se opone al abordaje común usado para el tratamiento de la otitis canina. En los gatos, rara vez se identifican bacterias o levaduras, excepto que se deban a causas iatrogénicas, sean secundarias a causas alérgicas o se asocien con masas auditivas. Algunas buenas opciones para la antibioticoterapia empírica en los gatos son la clindamicina, la cefpodoxima (Simplicef) y la amoxicilina con clavulanato (Clavamox) a las dosis estándares. Las cefalosporinas de primera generación, aunque son muy útiles en los perros, provocan vómitos y anorexia en los gatos. Las altas dosis de enrofloxacina (Baytril) deben evitarse, ya que en algunos gatos producen degeneración de retina. Sin embargo, la marbofloxacina (Zeniquin) podría estar indicada, en función del resultado del cultivo y el antibiograma. Muchas de las preparaciones óticas antibacterianas para uso tópico, que se encuentran disponibles en el mercado, contienen aminoglucósidos y deben ser evitadas en los gatos porque resultan ototóxicas.
El itraconazol (Sporanox) es el fármaco recomendado para tratar los casos de otitis grave por levaduras en los gatos. Se administra a razón de 5-10 mg/kg/día hasta alcanzar la remisión. Esta droga no está autorizada para su uso en felinos y es relativamente costosa. Puede causar anorexia y/o vómitos. El ketoconazol debe evitarse en los gatos porque es hepatotóxico. El fluconazol (5-10 mg/kg/día hasta la remisión) es una opción razonable y se dosifica más fácilmente que los otros azoles. Los gatos rara vez desarrollan infecciones primarias por levaduras. En los casos de infecciones recurrentes, hay que pensar en causas alérgicas. Las otitis leves por levaduras pueden ser tratadas con una solución tópica con miconazol al 1%.
La cirugía está indicada si hay una masa en el oído del gato. La extensión del procedimiento depende del problema. Las opciones quirúrgicas para la extracción de un pólipo inflamatorio son varias y exceden los objetivos de este artículo. Los procedimientos diagnósticos apropiados, incluida la evaluación por medio de tomografía computarizada, permiten determinar la extensión de la enfermedad y ayudan al cirujano a dar un pronóstico razonable al propietario. No obstante, éste depende del diagnóstico histopatológico. Siempre hay que considerar la posibilidad de que ocurran complicaciones posquirúrgicas. Si se produce un daño del nervio facial, es factible observar inclinación de la cabeza o síndrome de Horner. El desarrollo de fístulas crónicas también puede ser un problema.
Lecturas sugeridas
– August JR. Otitis externa, a disease of multifactorial etiology. Vet Clin North Am Small Anim Pract 1988;18:731. Bloom PB. Anatomy of the ear in health and disease. In: August JR, editor. Consultations in feline internal medicine, vol. 6. St Louis (MO): Saunders Elsevier; 2010. p. 319–30.
– Moriello KA, Diesel A. Medical management of otitis. In: August JR, editor. Consultations in feline internal medicine, vol. 6. St Louis (MO): Saunders Elsevier; 2010. p. 347–57.
– Donnelly K, Tillson D. Feline inflammatory polyps and ventral bulla osteotomy. Comp Cont Ed Vet 2004;29:446–54. Gotthelf LN. Diagnosis and management of otitis media. In: Gotthelf LN, editor. Small animal ear diseases: an illustrated guide. 2nd edition. St Louis (MO): Mosby; 2005. p. 276.
– Fan TM, de Lorimier LP. Inflammatory polyps and aural neoplasia. Vet Clin North Am Small Anim Pract 2004;34:489–509.