En los últimos años la mortalidad de los pequeños animales relacionada a procedimientos anestésico-quirúrgicos ha disminuido significativamente en el ámbito veterinario (Brodbelt y col., 2008a; Gil y Redondo, 2013; Matthews y col., 2017). Sin embargo, a pesar del progreso logrado, el riesgo de complicaciones graves y muertes no se ha podido evitar completamente.
Al comparar la tasa de mortalidad perioperatoria de los animales en relación con la de los seres humanos, se observa una menor incidencia de mortalidad en medicina humana (Kawashima y col., 1999; Lienhart y col., 2006). Ciertos autores señalaron a las diferencias de equipamiento y monitorización como algunos de los factores que justifican esa discrepancia. Ciertos estudios en medicina veterinaria, asociaron una menor mortalidad anestésica con el empleo de una monitorización adecuada, relacionando a esta última con una mayor tasa de éxito (Jones, 2009; Matthews y col., 2017).
Es interesante mencionar que Matthews y col. (2017) reportaron una mayor probabilidad de mortalidad perioperatoria en pequeños animales cuando los pacientes carecieron de estudios y exámenes físicos prequirúrgicos.
No todas las especies presentan el mismo riesgo ante un procedimiento anestésico. Ciertas publicaciones reportaron la mayor probabilidad que sufren los felinos en comparación con los caninos de padecer muerte peri anestésica (Brodbelt y col., 2007; Matthews y col., 2017). Asimismo, la obesidad en felinos se asoció a un mayor riesgo anestésico (Brodbelt y col. 2007). Por otro lado, se demostró que la edad es un factor que puede aumentar el riesgo de morbimortalidad para las pequeñas especies (Hosgood y Scholl, 2002).
Dentro de las causas de muerte perioperatoria que se mencionan en la bibliografía se destacan las cardiovasculares y respiratorias. Al analizar las complicaciones anestésicas relacionadas con el sistema cardiovascular en pequeños animales, los reportes incluyeron el desarrollo de arritmias cardíacas, especialmente bradicardia en el 62 y 14% de perros y gatos respectivamente (Dyson y col., 1998). En contraste, otros autores expusieron como complicaciones cardiovasculares más frecuentemente la hipotensión (observada en el 7 y 8,5% de perros y gatos, respectivamente) y arritmias cardíacas (2,5 y 1,8% en perros y gatos, respectivamente), (Gaynor y col., 1999). Hosgood y Scholl (2002) informaron la ocurrencia de arritmias cardíacas en el 4 y 3,6% de caninos y felinos respectivamente de un hospital veterinario, donde las arritmias registradas incluyeron complejos ventriculares prematuros, síndrome del seno enfermo, bloqueo A-V de segundo grado y taquicardia ventricular. Por otra parte, se reportó bradicardia en aproximadamente el 36% e hipotensión en casi el 38% de los perros anestesiados en un hospital veterinario en Valencia, España (Redondo y col., 2007).
Graziano, A.; Tarragona, L.; Almagro, V.; Casalonga, O.; Sarrailh, M.; Zaccagnini, A.; Zayas, M.; Barrios, J.