El manejo terapéutico de las enfermedades oncológicas requiere inicialmente de un diagnóstico para su óptimo abordaje. Contar con un diagnóstico preciso permite en muchos casos decidir si el paciente requerirá quimioterapia neoadyuvante, cirugía oncológica, electroquimioterapia, radioterapia o una combinación de las anteriores en el marco de una estrategia racional. Los métodos complementarios de imágenes son absolutamente necesarios para estadificar al paciente oncológico y poder identificar la ubicación de la neoplasia primaria y sus posibles secundarismos. La ecografía es una de las herramientas más difundidas, útiles, dinámicas y versátiles (Sahoo et al. 2020; Cuccovillo and Lamb 2002) con alta sensibilidad, pero baja especificidad, y debe apoyarse en los datos de anamnesis, signos clínicos, así como de la citología e histopatología para abordar un diagnóstico. Por su parte, la ultrasonografía, puede aportar datos muy relevantes como: tamaño, ecogenicidad y ubicación, además de la vascularización (Doppler color y/o power); esta última importante cuando se desea realizar toma de muestras para poder obtener un diagnóstico.
Osácar Juan M, Gabriela Citriano, Matías N. Tellado