En estos tiempos, la cría de animales está inmersa en un contexto bastante convulsionado e incierto. La liberalización y desregulación de los mercados de la leche, carne y pienso, la especulación a la que están empezando a estar sometidos, y la volatilidad de precios que resultan, hacen que vivir de la producción de vacas, cabras y ovejas se haga cada vez más complejo. Cada vez más, la supervivencia de la granja está relacionada con la capacidad de llevar a cabo una gestión exquisita, con un nivel cada vez mayor de exigencia sobre esta tarea fundamental del ganadero o ganadera: gestionar.
En la producción animal, la alimentación es el puesto de gasto más alto. Por lo tanto, mejorar la gestión de las granjas pasa por vigilar y controlar el coste en alimentación. De allí que el control de la alimentación sea cada vez más lo que determine la rentabilidad de la granja. Esta situación explica la extensión del recurso a nutrólogos y nutrólogas, como asesores de la granja para la mejora constante del rendimiento de la alimentación. Y de esto hablan los animales…
Ya se sabe que el proceso de racionamiento introduce errores. Es frecuente que la ración propuesta por el nutrólogo sea distinta de la que quiera dar la ganadera, a su vez distinta de la que realmente da, a su vez distinta de la que come la vaca. De allí que los resultados productivos sean a menudo distintos de lo previsto.
Xan Pouliquen Kerlau